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Los Perros (2018 - proyecto en proceso)                   
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En Los Perros, algunos conceptos universales como la sexualidad, la violencia, el futuro, o el amor se convierten en los desvelos existenciales de toda una generación. Las inquietudes de Gómez Selva con respecto a su identidad y a su forma de entender la realidad que le ha tocado vivir entran en conflicto con las creencias de su familia y con su propio proyecto de vida. De aquí nace la necesidad de encontrar nuevos espacios, personas y situaciones que reflejen su misma situación, y relacionar su contexto individual con uno mayor, y colectivo.

Mediante el uso del documentalismo social contemporáneo, y bajo unos códigos personales, este trabajo se convierte en una colección de rostros y atmósferas que dan voz a una generación tachada de perdida. La naturaleza humanista del trabajo dirige la narración a través de una colección de imágenes y testimonios escritos, desvelando poco a poco las diferentes piezas de un puzzle social, marcado por la desgarradora mirada de la indiferencia. Las realidades individuales de distintas personas se convierten en una sola; una realidad reveladora que ordena los desasosiegos de seres simultáneos en el mundo. La autorreferencialidad es la carta de presentación de este trabajo, cuya pretensión es hacer entender que Gómez Selva no solo habla de otras personas, sino que busca en esos otros aquello que él mismo necesita abrazar y asumir para entender su realidad en toda su complejidad.

“Mirando hacia una montaña de líneas curvas que tiene fuego en sus costados retuerzo mi cuerpo en poses y gemidos incómodos que me alejan del mundo. Tengo a la mayor de las inseguridades rondando mi jardín y tiene rostro de goma y carne, voz de perro, y manos largas como penes desinflados. Las cosas que me gustan le dan miedo a mi papá. Las personas menores de treinta años no tienen futuro; trascienden en unos aquí y ahora volátiles, en ocasiones inconexos pero alimentados por la eterna sensación de la consumación de la vida. Y es que la ilusión de la mortalidad no es peor que la de la inmortalidad, ni siquiera para aquellas personas que creen en Dios y en un camino escarpado de arena y llantos cuyo final se promete eterno envuelto en la mayor de las carcajadas. De momento, y entiendo el momento como la continuidad en su máximo esplendor, creeré que las patatas fritas con cebolla son motivo de culto en la promiscuidad de mis días. Creeré que mi regla en el colchón y que su erección pintada de celos son imágenes puras leídas por mentes impuras. Tengo que escribir palabras violentas y situaciones insulsas para llamar la atención de los cuerpos, y navegar entre personas preciosas que dejan cartas de amor en los lavabos. Todas mis amigas y amigos aman algo que no existe; una ausencia que enterramos en el bancal de atrás pero que sobresale por entre las rosas. Somos fuego rojo como las piernas de un astronauta.”

Carta de Elena antes de marcharse.


Proyecto seleccionado como parte de la muestra colectiva “Silence”, CFC (Centro de Fotografía Contemporánea), Bilbao, España, 2021

Review, The Flow House, Paris, 2020

Seleccionado, Then There Was Us, AND 2020 Annual


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